Luis Muentes rompe el silencio sobre las presiones que sufren los árbitros en Ecuador y la dura realidad que enfrenta el referato nacional.
Cuando hablamos de fútbol ecuatoriano, solemos pensar en goles, emociones y grandes talentos que brillan dentro y fuera del país. Pero hay una parte del espectáculo que también merece atención: los árbitros. Esta semana, el presidente de la Asociación Ecuatoriana de Árbitros de Fútbol (Aedaf), Luis Muentes, alzó la voz y encendió las alarmas sobre una situación preocupante: los árbitros están siendo amenazados constantemente.
Amenazas desde el anonimato
En una entrevista con Diario Extra, Muentes reveló que los réferis reciben llamadas de personas desconocidas, con claras intenciones de intimidarlos. “Los árbitros son permanentemente amenazados. Ya hemos informado a LigaPro para que tomen medidas”, expresó. Este tipo de situaciones no solo afecta su desempeño en la cancha, sino que pone en riesgo su integridad física y mental.

Un arbitraje en crisis
El propio Muentes fue autocrítico al reconocer que el nivel arbitral en la Fase Inicial de LigaPro no ha sido el mejor. “Queremos partir de la autocrítica. Los árbitros son conscientes y responsables, pero el error forma parte del juego”, señaló. Sin embargo, también explicó que no todo depende de los jueces, ya que el sistema VAR sigue sin estar plenamente implementado, como sucedió en el partido entre Manta y Orense, donde no estuvo operativo en los minutos finales.
Entre la espada y el silbato
La realidad del arbitraje en Ecuador refleja una profunda crisis estructural. Fallos polémicos, falta de tecnología adecuada, presiones externas y amenazas se combinan en un cóctel que pone en duda la imparcialidad y tranquilidad con la que deberían dirigir los partidos.
¿Quién protege a los árbitros del fútbol ecuatoriano?
Es momento de mirar más allá de los errores y exigir un entorno más justo para quienes imparten justicia en el campo. El fútbol ecuatoriano necesita árbitros seguros y bien preparados, y eso empieza por reconocer los problemas y actuar. ¿Hasta cuándo se puede ignorar una situación tan delicada?