La demanda energética supera la oferta, aumentando la posibilidad de apagones no programados
La situación energética en Ecuador se encuentra en un momento crítico. Con una demanda promedio de 4,400 megavatios y una oferta actual que solo alcanza los 2,653 megavatios entre el 1 y el 10 de noviembre de 2024, el déficit es alarmante. Este desbalance de 1,747 megavatios presiona aún más al sistema, en un contexto donde los racionamientos de luz llevan más de un mes y medio afectando al país, según el Operador Nacional de Electricidad (Cenace). Desde el 9 de noviembre, los apagones ya alcanzan las 12 horas diarias, una realidad que parece lejos de mejorar.
Un parque hidroeléctrico al límite
Ecuador enfrenta una sequía histórica que ha reducido la generación de sus hidroeléctricas, responsables del 58% de la capacidad energética instalada en el país. En septiembre, las plantas hidroeléctricas producían 2,387 megavatios; sin embargo, esta cifra cayó a 1,621 megavatios entre el 1 y el 10 de noviembre, prácticamente la mitad. A medida que la sequía se extiende y sin indicios de una temporada de lluvias cercana, la presión sobre estas instalaciones es cada vez mayor.
Termoeléctricas, el respaldo insuficiente
Para evitar apagones totales, Ecuador ha aumentado el uso de sus plantas termoeléctricas, que ofrecen 953 megavatios de potencia firme. Estas centrales, que funcionan con combustibles fósiles, aportan estabilidad al sistema sin depender del clima. No obstante, esta capacidad es limitada, y si el déficit continúa aumentando, no será suficiente para suplir la demanda nacional.
Complejo Paute Integral: la pieza clave en crisis
El complejo hidroeléctrico Paute Integral, una de las principales fuentes de energía del país, está operando a menos del 28% de su capacidad. Compuesto por las centrales de Mazar, Paute y Sopladora, el complejo se ha visto afectado por la caída de su embalse principal, Mazar, a niveles críticos de 2,110 metros sobre el nivel del mar, obligando a su cierre el 9 de noviembre. La situación se agrava aún más con la disminución del embalse Amaluza, que también empieza a agotarse.
La operación de Paute es esencial no solo por la energía que produce, sino por su rol en la estabilidad de frecuencia y voltaje del sistema nacional interconectado. De llegar a un punto de paralización total, el país podría enfrentar el riesgo de colapso energético, requiriendo una distribución de energía aislada entre el norte y el sur del Ecuador, un escenario que impactaría gravemente a las zonas más alejadas.
Coca Codo Sinclair: otra central en problemas
La central Coca Codo Sinclair, ubicada en el norte, también enfrenta limitaciones operativas y no ha alcanzado su capacidad máxima de 1,500 megavatios. Esto añade más presión sobre el sistema y aumenta la probabilidad de apagones extendidos, en especial si Paute y Sopladora deben suspender su actividad por completo ante una caída crítica en sus embalses.
Un panorama incierto
La gravedad de la situación energética en Ecuador es evidente. Sin lluvias en el horizonte y con un sistema hidroeléctrico al límite, el país podría enfrentar apagones no controlados, es decir, cortes de luz imprevistos y sin horarios establecidos. Esta crisis, ya notoria con apagones de 12 horas diarias, amenaza con alargarse en el tiempo si las condiciones climáticas no mejoran o si no se implementan medidas de emergencia.