El joven talento del fútbol ecuatoriano sorprendió en su debut con Estrasburgo mostrando una nueva faceta en su juego. ¿Será la clave de su éxito en Europa?
Cuando hablamos de jugadores ecuatorianos en el extranjero, lo primero que se nos viene a la mente es el talento, la magia y el hambre de gloria. Y Kendry Páez no es la excepción. Sin embargo, su debut en el Estrasburgo nos mostró algo que pocos esperaban: una transformación total en su forma de jugar. La joya ecuatoriana está dispuesto a dejarlo todo para triunfar en el fútbol europeo.
Kendry Páez, a sus cortos años, ya está dejando huella. En Independiente del Valle, brillaba por su capacidad ofensiva y su visión de juego, pero en Francia, la exigencia es distinta. En su primer partido con el Estrasburgo, no solo repartió fútbol, sino que se lo vio marcando, retrocediendo y ayudando en defensa, aspectos que antes no formaban parte habitual de su repertorio.
Esta evolución no es casual. El fútbol europeo es un universo táctico que demanda versatilidad, sacrificio y disciplina. Para los jugadores ecuatorianos en el extranjero, adaptarse es una necesidad, no una opción. Kendry lo entendió de inmediato: si quiere ganarse un puesto titular, debe ser un jugador total, que defiende con la misma intensidad con la que ataca.
Durante su debut, no solo cumplió, sorprendió. Bajó a recuperar balones, presionó alto, y se mostró comprometido con el juego colectivo. En un fútbol que no perdona errores tácticos, esa actitud puede marcar la diferencia entre ser promesa o figura.

El camino apenas empieza, pero Kendry Páez ya demostró que no se conforma con ser solo una joya técnica. Quiere ser completo, competitivo, y esencial para su equipo. Su transformación es una muestra del compromiso que lo guía y una señal clara de que su sueño europeo va por buen camino. El fútbol ecuatoriano tiene motivos para soñar en grande.