Más allá de los títulos: el modelo de Independiente del Valle combina fútbol, formación y compromiso social
Cuando se habla de Independiente del Valle, no basta con contar los trofeos. Lo que realmente distingue al club de Sangolquí es su visión integral: ganar sí, pero sin olvidar el propósito. En un fútbol ecuatoriano que durante años sufrió por la falta de proyectos sostenibles, el Matagigantes decidió hacer las cosas de otra manera. Y los resultados —dentro y fuera del campo— hablan por sí solos.
Durante una charla en el programa Sin Miedo al Offside, Andrés Larriva, uno de los rostros visibles del proyecto, ofreció una mirada profunda sobre el modelo de IDV. Según él, el club surgió como respuesta a un vacío evidente: “En Ecuador había quedado un vacío en la formación de talentos. Una de las últimas escuelas fuertes fue El Nacional, que sacó a figuras como Antonio Valencia”, recordó.

Lo que vino después fue un giro total. Empresarios con visión tomaron las riendas del club y lo transformaron en un modelo de gestión y formación. Pero lo más interesante es que ese enfoque no solo buscaba el éxito deportivo. “Nosotros entendemos el fútbol ecuatoriano como un producto de exportación, con una visión clara de generar ganancias y reinvertir en el proceso”, explicó Larriva. Y es ahí donde IDV marca la diferencia: en la reinversión constante, en la formación académica de sus jugadores y en un compromiso social que va más allá del marketing.
El club no solo prepara futbolistas para Europa; prepara ciudadanos para el mundo. “La mente debe evolucionar al ritmo del rendimiento deportivo”, sentenció Larriva. Por eso el trabajo no se limita al césped: hay acompañamiento emocional, educación formal y una estructura que permite al jugador crecer en todos los sentidos.
Independiente del Valle no es como los demás. No lo ha sido y no quiere serlo. Porque su verdadero campeonato se juega en el día a día, formando talentos, sembrando valores y exportando futuro.