Mushuc Runa recortó distancias en el cuadrangular del descenso y todavía tiene opciones de salvarse en la recta final del torneo.
El fútbol ecuatoriano siempre guarda historias de lucha y esperanza, y esta vez la protagoniza Mushuc Runa. El Ponchito se rehúsa a bajar los brazos y lo demostró con un triunfo vital frente al Manta FC, resultado que revive sus posibilidades de permanecer en la LigaPro.
Un triunfo que devuelve la fe
El conjunto tungurahuense venció 2-0 en un duelo directo por la permanencia, acortando diferencias con sus rivales. Si hace apenas unas semanas la distancia parecía insalvable, hoy la realidad es otra: Mushuc Runa está a solo dos puntos del Manta y a cinco unidades de salir del cuadrangular del descenso, cuando todavía restan nueve por jugarse.
El efecto Paúl Vélez empieza a notarse. Desde la llegada del entrenador, el equipo ganó seguridad defensiva y claridad en el ataque. Este resultado representa su segundo triunfo con el DT en el banquillo, consolidando un cambio de mentalidad que ilusiona a sus hinchas.
Los goles que cambiaron la historia
El partido se resolvió en dos momentos clave:
- Jonathan Dos Santos (41’) abrió el marcador antes del descanso.
- Kevin Peralta (58’) amplió la ventaja en el complemento, dedicando el gol a su excompañero Marcos Olmedo, fallecido recientemente en un accidente de tránsito.
El marcador pudo ser más amplio, pero el arquero Zambrano evitó que el Manta se llevara una goleada.
Lo que viene en la lucha por la permanencia
Con esta victoria, Mushuc Runa sigue último con 23 puntos (-15 GD), pero con la moral en alto de cara a su próximo duelo frente a Orense en Machala. Por su parte, Manta se mantiene en el puesto 13 con 25 puntos (-14 GD) y deberá recibir a Aucas en el Jocay.
La batalla por la permanencia promete emociones fuertes hasta la última jornada. El Ponchito, que parecía condenado, ahora sueña con una remontada histórica.
El triunfo del Mushuc Runa no solo le da aire en la tabla, sino también esperanza a sus hinchas. El fútbol ecuatoriano nos recuerda, una vez más, que mientras existan puntos en juego, siempre habrá espacio para soñar.
