Ambato fue testigo de un empate que no ayudó ni a Macará ni a El Nacional en su lucha por escapar de la parte baja de la tabla
En el estadio Bellavista de Ambato se jugó un partido que tenía más tensión que fútbol. Macará y El Nacional sabían que los tres puntos no eran opcionales, sino una necesidad. Pero al final, ninguno pudo celebrar. El empate 1-1 dejó a ambos con la misma frustración y muchas más dudas que certezas.
El Nacional arrancó con buen pie. Franklin Carabalí aprovechó una desconcentración defensiva para marcar el primero y encender la ilusión visitante. Con un juego más ordenado, el equipo quiteño parecía encontrar respuestas, algo que su técnico, Omar Asad, necesitaba con urgencia luego de semanas en el ojo del huracán.
Sin embargo, la reacción ambateña fue inmediata. Federico Paz, uno de los más insistentes en Macará, igualó el marcador con un tanto que devolvió el alma al cuerpo de la hinchada celeste. A partir de ahí, el duelo se volvió más físico que técnico, con pocas ocasiones claras y muchas imprecisiones.
La tensión en las bancas se notaba. Cada pase mal dado o cada llegada sin profundidad parecía pesar el doble. Macará y El Nacional, dos equipos con historia, hoy pelean en la zona incómoda de la tabla. Y si bien el punto no los condena, tampoco les da aire suficiente para respirar tranquilos.
En medio del clima denso, la figura de Omar Asad vuelve a tambalear. La dirigencia ya había considerado su salida en semanas pasadas, y este resultado no ayuda. Por el lado de Macará, la preocupación también crece: el equipo aún no encuentra una regularidad que le permita salir del fondo.
El empate sabe a poco. Y aunque quedan fechas por delante, si no empiezan a sumar de a tres, el margen de error será cada vez más delgado.
