Con un golazo de Mancinelli y una defensa impenetrable al estilo Araujo, Deportivo Cuenca se llevó tres puntos de oro ante un Macará lleno de dudas.
El Deportivo Cuenca vuelve a dar señales claras de que con Norberto Araujo al mando, hay rumbo y firmeza. En una visita que prometía ser complicada, el equipo morlaco sacó la garra y venció 1-0 a un Macará que atraviesa un momento turbulento tanto en lo futbolístico como en lo emocional.
Desde el primer minuto, el equipo colorado mostró mayor intención, orden y determinación. En contraste, el cuadro ambateño lució desinflado, errático y sin respuestas, dando pie a rumores sobre una posible salida del técnico Alex Pallarés. La tensión se notó desde el inicio.

Lucas Mancinelli fue protagonista de una historia de redención en 90 minutos. Falló un penal al inicio, pero no se cayó. Al borde del descanso, aprovechó una salida del arquero José Gabriel Cevallos y, desde un ángulo poco convencional, clavó un golazo que silenció a todo el estadio Bellavista. El pitazo final del primer tiempo llegó justo después, sumando más frustración para los locales.
En la segunda parte, el Deportivo Cuenca fue puro oficio. Cerró espacios, presionó con inteligencia y desesperó a un Macará que no encontraba respuestas ni por dentro ni por fuera. Las tribunas estallaron en reclamos, y la incomodidad se sintió hasta en el banco celeste. A pesar de dos chances clarísimas para aumentar la ventaja, los morlacos no estuvieron finos en la definición, pero la victoria ya estaba encaminada.
El pitazo final confirmó lo que se veía venir: Deportivo Cuenca está encontrando su identidad bajo el mando de Araujo, mientras que en Macará, las dudas y los fantasmas se hacen cada vez más evidentes.