Luis Saritama desmiente su renuncia y confirma quién dirigirá a Deportivo Cuenca
En el corazón del fútbol ecuatoriano, donde las emociones fluyen tan intensamente como el juego en la cancha, Deportivo Cuenca se ha encontrado en el centro de una tormenta mediática. Los rumores corrían como la pólvora, apuntando a una posible renuncia de Luis Fernando Saritama, el director deportivo del equipo, y a la inminente llegada de Matías Oyola como el nuevo director técnico. Pero, como en un giro dramático de eventos, Saritama ha salido a la luz para poner las cosas en claro.
Desmentido de renuncia y claridad en la dirección
La especulación se disipó cuando Saritama, en una rueda de prensa reciente, desmintió categóricamente su renuncia, proporcionando un semblante de estabilidad en las aguas turbulentas del club. Con la seriedad que lo caracteriza, reveló que el cambio de guardia técnica sería liderado por Jerson Estacio y Marcelo Velasco. Este anuncio no solo cerró la puerta a los rumores sino que también invitó a la hinchada a respaldar esta nueva fase, un llamado al apoyo incondicional y al optimismo.
La vida dentro y fuera del campo
Más allá de las estrategias y las tácticas, Saritama compartió un vislumbre de la realidad humana detrás del deporte. Habló con sinceridad sobre su conexión diaria con los jugadores, enfatizando su papel como nexo para solucionar problemas y mejorar la situación del club en todos los aspectos. A pesar de los desafíos, incluidos los problemas personales que llevaron a pedir un permiso temporal, demostró un compromiso inquebrantable con el equipo y su bienestar, subrayando la importancia de unir fuerzas para superar las adversidades.
Un futuro construido en la unidad y la determinación
Al final de su declaración, Saritama reafirmó su posición en Deportivo Cuenca, despejando cualquier duda sobre su dedicación al club. Su mensaje fue claro: más allá de los resultados en el campo, el enfoque está en fortalecer la estructura interna y asegurar que los jugadores tengan las herramientas necesarias para triunfar, no solo por la victoria sino por el amor al juego y al equipo.