La altura ya no es excusa: Lanús supera a LDU en su propio terreno, demostrando que el mito se cae.
El fútbol sudamericano ha estado impregnado durante décadas por el debate sobre la altura como un factor determinante en el desempeño de los equipos, especialmente en ciudades como Quito, La Paz y otras urbes de gran altitud. Sin embargo, el reciente enfrentamiento entre Lanús y Liga Deportiva Universitaria de Quito (LDU) en los 2850 metros sobre el nivel del mar de la capital ecuatoriana, ha puesto en jaque este mito una vez más.
La historia detrás del mito de la altura
La creencia de que la altura otorga una ventaja insuperable a los equipos locales comenzó a ganar fuerza a principios de los años 90, especialmente tras la sorprendente clasificación de Bolivia al Mundial de 1994. Posteriormente, el éxito de LDU en la Copa Libertadores de 2008 pareció confirmar esta teoría, ya que el equipo quiteño mostró un dominio abrumador en casa, imponiéndose a equipos que, en el llano, se mostraban igualmente poderosos.
Pero, ¿realmente la altura es el factor decisivo que muchos creen? A lo largo de los años, ha habido numerosos ejemplos de equipos que, desafiando la lógica, han salido victoriosos en escenarios tan complicados como el estadio Rodrigo Paz Delgado de Quito. El caso más reciente de Lanús se suma a esta lista, generando interrogantes sobre la veracidad de la ventaja que supuestamente ofrece la altura.
Lanús y su demostración de fútbol en altura
El pasado enfrentamiento entre Liga de Quito y Lanús no solo fue un partido de fútbol; fue una prueba contundente de que la altura no es, por sí sola, un factor determinante. A pesar de ser considerado por muchos como el favorito para llevarse la victoria en casa, LDU no pudo superar a un Lanús que, con inteligencia táctica y un despliegue físico encomiable, logró imponerse por 2 a 1.
Uno de los aspectos más destacados del juego fue la intensidad con la que Lanús presionó a LDU. Desde el primer minuto, el equipo argentino forzó al rival a cometer errores en la salida, recuperando el balón en zonas peligrosas y creando múltiples ocasiones de gol. El equipo dirigido por Ricardo Zielinski demostró que la preparación física y táctica puede neutralizar cualquier supuesta ventaja que otorga la altitud.
Las estadísticas hablan por sí solas: Lanús registró 14 recuperaciones de balón, más del doble que LDU, que solo consiguió 6. Además, en términos de remates al arco, Lanús también superó a los locales con 8 disparos frente a los 7 de Liga. Estos números desmitifican la idea de que la altura es un factor determinante, mostrando que con la estrategia adecuada, cualquier equipo puede competir y ganar, sin importar la altitud.
¿Qué significa esto para el futuro del fútbol en altura?
La victoria de Lanús en Quito no es solo un triunfo en términos deportivos, sino también un golpe a la narrativa que ha dominado el fútbol sudamericano durante años. El mito de la altura como un factor insuperable ha sido cuestionado una y otra vez, y cada vez parece más claro que la clave para el éxito en estos escenarios reside más en la preparación, la táctica y la mentalidad del equipo, que en la altitud en sí.
Este resultado invita a una reflexión más profunda sobre cómo se deben preparar los equipos para enfrentar partidos en altura. En lugar de centrar todas sus estrategias en contrarrestar los efectos de la altitud, los entrenadores podrían enfocarse en perfeccionar aspectos como la presión, la posesión del balón y la toma de decisiones bajo presión. Al fin y al cabo, el fútbol es un deporte que se juega con los pies, pero también, y quizás más importante, con la cabeza.
La altitud: un factor más, no el único
Si bien es cierto que jugar a gran altitud puede representar un desafío adicional, es evidente que no es un factor insalvable. Equipos como Lanús han demostrado que es posible vencer en estas condiciones si se cuenta con la preparación adecuada y una mentalidad ganadora. La altitud puede influir en el desarrollo del juego, pero no define por sí sola el resultado.
El caso de Lanús y su victoria sobre LDU debería servir como un recordatorio de que el fútbol es un deporte impredecible, donde la táctica, la estrategia y el esfuerzo colectivo pueden superar cualquier adversidad, incluso las aparentemente insuperables. La altura es solo un elemento más dentro de un juego mucho más complejo y apasionante.