Los conflictos en El Nacional salen a la luz: incumplimientos, deudas y la salida de un símbolo del club Leandro Simbaña estremecen al fútbol ecuatoriano.
El fútbol ecuatoriano no solo vive de alegrías en el exterior, también enfrenta momentos de tensión y desilusión puertas adentro. Este fin de semana, los focos se dirigieron a un club tradicional: El Nacional. Y no precisamente por sus resultados deportivos, sino por una denuncia que sacudió al entorno militar y al fútbol ecuatoriano en general.
Leandro Simbaña, más conocido como el Correcaminos del Bi-Tri, pidió oficialmente su salida del club tras meses de silencio y sacrificio. Lo hizo por la vía legal, presentando una solicitud de visto bueno ante el Ministerio de Trabajo por atrasos salariales e incumplimientos reiterados por parte de la dirigencia. Una bomba que estalla en medio de una crisis institucional que parece no tener freno.
El símbolo que ya no pudo más
Simbaña no es un nombre cualquiera. Es historia viva de El Nacional. Un colaborador incansable, parte esencial del engranaje interno del equipo durante años. Pero esta vez, su paciencia llegó al límite. En redes sociales trascendió que tomó esta drástica decisión tras no recibir respuestas ni pagos en varios meses. El silencio de la directiva, encabezada por Marco Pazos, solo ha encendido más la indignación.
La situación no es nueva. El exentrenador Omar Asad también denunció situaciones similares. ¿Cuántos más tendrán que hablar para que el club reaccione?
El Nacional en la cuerda floja
La hinchada está cansada. El Bi-Tri, que alguna vez fue sinónimo de grandeza, vive horas oscuras. Las denuncias crecen, los resultados no acompañan, y el club parece ir a la deriva. La salida de un emblema como Simbaña representa más que una renuncia: es una advertencia de que las cosas ya no se pueden esconder bajo la alfombra.
El llamado a despertar
El fútbol ecuatoriano necesita instituciones fuertes, transparentes y respetuosas de su gente. Lo que ocurre en El Nacional debe ser una señal de alerta para todos. Que un histórico tenga que acudir a instancias legales para cobrar lo que le corresponde no solo es una vergüenza, es una herida al alma del club.
¿Hasta cuándo se permitirá este tipo de atropellos? La pelota está en la cancha de la directiva. Pero el tiempo corre… y no todos pueden esperar.