El Clásico del Astillero se frenó por incidentes en la General Quito, donde efectivos usaron gases para controlar a los hinchas.
El Clásico del Astillero número 237 ofreció emociones en el campo, pero también dejó un capítulo lamentable en las gradas. Mientras Barcelona tomaba ventaja con goles de Octavio Rivero y Joaquín Valiente en el primer tiempo, el encuentro debió detenerse por disturbios en la tribuna de Emelec.
El estadio George Capwell, que ya había sido sancionado recientemente por el botellazo a Junior Sornoza, volvió a ser escenario de incidentes. En medio del juego, el árbitro Robert Cabrera detuvo las acciones cuando hinchas del sector General Quito comenzaron a generar desmanes que requirieron intervención inmediata de la policía.
Los efectivos usaron gases lacrimógenos para dispersar a los involucrados, lo que obligó a pausar el partido por algunos minutos. Incluso, Ignacio de Arruabarrena corrió desde su arco debido a la situación, mientras la transmisión mostraba a los jugadores esperando en el campo a que se restableciera el orden.
Varias personas fueron retiradas del estadio y, tras la acción de los uniformados, Luis Fernando León se acercó a la tribuna afectada para pedir calma. Luego de la breve interrupción, el juego pudo continuar con normalidad, aunque la mancha de la violencia quedó registrada en un partido que debería hablar solo de fútbol.
