El árbitro Augusto Aragón asegura que Liga Pro les debe varios meses, pero el presidente de la liga salió al cruce con documentos en mano.
En el fútbol ecuatoriano nunca faltan las polémicas, y esta vez el protagonista no fue un jugador ni un técnico, sino un árbitro. Augusto Aragón, uno de los jueces más conocidos y discutidos del país, encendió la mecha con una fuerte denuncia sobre supuestas deudas de Liga Pro hacia los árbitros. La respuesta de Miguel Ángel Loor, presidente del organismo, no se hizo esperar… y vino acompañada de pruebas.
La denuncia que encendió la discusión
En una entrevista con JC Radio La Súper, Aragón afirmó sin rodeos que la Liga Profesional del Ecuador les adeuda entre seis y siete meses de pagos.
Según el árbitro, su labor implica una inversión personal constante: alimentación rigurosa, entrenadores, fisioterapeutas y otros gastos para mantenerse en óptimas condiciones físicas. “Eso sale de nuestros recursos… y no estamos al día”, declaró, dejando en claro que, pese a la situación, intentan cumplir profesionalmente en cada partido.

La respuesta inmediata de Miguel Ángel Loor
A través de su cuenta de X (antes Twitter), Loor no tardó en reaccionar. Publicó documentos y roles de pago para desmentir la acusación, asegurando que Aragón solo tiene pendiente un mes de cobro y que los viáticos están completamente al día.
El dirigente insinuó que las palabras del árbitro no se ajustaban a la realidad y que la información debía ser contrastada antes de difundirse.
Polémica servida en la mesa del fútbol ecuatoriano
Este cruce ha desatado un debate en redes sociales entre quienes respaldan a Aragón y quienes confían en la versión oficial de Liga Pro. La situación pone nuevamente bajo la lupa la relación entre árbitros y dirigentes, un tema que ya ha generado roces en temporadas anteriores.
Más allá de quién tenga la razón, el caso refleja las tensiones internas que afectan al arbitraje y, por ende, al desarrollo del campeonato nacional.
La disputa entre Augusto Aragón y Miguel Ángel Loor no solo es un capítulo más en la historia de polémicas del fútbol ecuatoriano, sino que también abre preguntas sobre la transparencia y comunicación entre quienes dirigen el juego y quienes lo arbitran. El debate está abierto y, como siempre, el hincha tiene la última palabra.