El DT de La Tri Sebastián Beccacece defendió al arquero ante insultos en Argentina y dejó una reflexión que trasciende el fútbol.
El pasado fin de semana, el fútbol ecuatoriano celebró una buena noticia: Hernán Galíndez volvió a custodiar el arco de Huracán en el duelo ante Tigre. Sin embargo, la alegría no fue completa. El arquero de La Tri recibió insultos desde las tribunas rivales, motivados por su nacionalidad ecuatoriana.
Este episodio encendió la conversación sobre el respeto y la unidad en el deporte.
Beccacece: respaldo y gratitud
En conferencia de prensa, el entrenador de La Tri, Sebastián Beccacece, salió al paso para respaldar a su portero.
«Hernán se siente un ecuatoriano más, lo muestra cada vez que suena el himno», afirmó con firmeza. El DT argentino destacó que el país le dio a Galíndez la oportunidad de crecer como profesional y que el arquero siempre responde con compromiso y amor por la camiseta.
Beccacece no minimizó lo ocurrido, pero lo contextualizó: «Es folklore del juego del fútbol. El hincha que va a la cancha y le gritaba, es algo lamentablemente naturalizado, pero no creo que sea un motivo de polémica».

Una reflexión que trasciende las canchas
Más allá de lo deportivo, el técnico aprovechó para dejar un mensaje profundo sobre las nacionalidades y su rol en la sociedad:
«Al final creo que esto de las nacionalidades en el tiempo fue una manera de dividir y separar. Todos somos personas y seguramente con el tiempo y la evolución las fronteras quedarán a un lado. Mientras menos frontera haya, mejor vamos a vivirlo».
En tiempos donde el fútbol puede ser un espejo de tensiones sociales, este tipo de declaraciones buscan recordar que el balón no entiende de pasaportes, y que la pasión por el juego debería unir, no dividir.
El orgullo del fútbol ecuatoriano
A pesar del mal momento, Galíndez sigue siendo un ejemplo de entrega y profesionalismo para el fútbol ecuatoriano y para todos los jugadores ecuatorianos en el extranjero. Su historia es la prueba de que la identidad va más allá de un documento, y que la verdadera nacionalidad se lleva en el corazón… y en la cancha.
