El fútbol ecuatoriano vive momentos tensos: jugadores de Barcelona casi son agredidos por sus propios hinchas luego de perder el segundo lugar en la tabla.
Cuando el fútbol ecuatoriano se convierte en una olla de presión, todo puede estallar. Lo vivido anoche en el Estadio Banco Pichincha fue más que una simple derrota: fue la gota que colmó la paciencia de una hinchada que no aguanta más. El golpe anímico de perder ante Liga de Quito se sintió fuerte, pero la reacción de los aficionados encendió todas las alarmas.
El golazo de Cornejo y el descontrol de la afición
Fernando Cornejo firmó uno de los mejores goles de la jornada con un zurdazo al ángulo que dejó sin reacción a Ignacio de Arruabarrena. Con ese tanto, Liga de Quito se llevó la victoria y, de paso, el segundo lugar en la tabla, desplazando a Barcelona. La frustración fue inmediata. Desde las gradas comenzó a escucharse el clásico canto de protesta: «que se vayan todos, que no quede ni uno solo».
Pero lo peor vino después del pitazo final.
Seguridad al límite: intento de agresión en el túnel
Cuando los jugadores del Ídolo se dirigían al vestuario, un grupo de hinchas intentó lanzar objetos desde la parte baja de las gradas. Aunque ninguno impactó directamente, la tensión fue máxima y obligó al personal de seguridad a cerrar el paso hacia los camerinos. Una rápida intervención evitó una tragedia.
No es un caso aislado: ya ocurrió algo similar tras el empate ante Libertad, cuando los hinchas invadieron el campo. Ese episodio derivó en una sanción a puertas cerradas. Sin embargo, los comportamientos violentos se repiten y preocupan.
Un equipo sin rumbo y una hinchada al límite
Barcelona atraviesa un momento irregular. No encuentra el funcionamiento colectivo, sus figuras no responden, y los resultados se escapan. La paciencia se acaba. Esta última derrota no solo aleja al club de los primeros lugares, también deja expuesto un clima tenso y poco saludable.
La pasión por el fútbol ecuatoriano no puede convertirse en violencia. La frustración de los hinchas es comprensible, pero los límites ya fueron cruzados. Es momento de reflexionar como institución, como hinchada y como sociedad. Porque ningún resultado justifica poner en riesgo a quienes están dentro del campo.
