Aunque sumó tres puntos ante Macará, el juego de Liga de Quito sigue generando más preguntas que respuestas
Liga de Quito se llevó una victoria importante en Ambato, pero el sabor que dejó no fue precisamente dulce. Ganar es vital, claro, pero el cómo también importa, y en eso la U sigue sin despejar las dudas. El partido frente a Macará dejó una sensación ambigua: el marcador fue favorable, el rendimiento… no tanto.
En apenas seis minutos, Carlos Gruezo mostró su jerarquía con un pase filtrado con precisión quirúrgica. Alexander Alvarado, siempre atento en el área, se desmarcó bien y conectó de cabeza para poner el 0-1. Fue un gol trabajado, rápido y efectivo. Después de eso, sin embargo, el equipo quiteño entró en una especie de limbo futbolístico.
Sí, hubo más llegadas. Sí, se mantuvo el orden defensivo. Pero también se notó una falta de claridad en la creación, momentos de desconexión y decisiones apresuradas que impidieron ampliar el marcador. Macará presionó con lo que tuvo y, aunque no logró empatar, incomodó más de lo que la hinchada alba quisiera admitir.

Con este triunfo, Liga sigue sumando en su apretado calendario, pero no logra enamorar a su hinchada. El equipo da la sensación de estar a medio camino entre la solvencia y la confusión, algo que podría pasar factura en partidos más exigentes.
¿Es cuestión de tiempo, de ritmo o de estrategia? Esa es la pregunta que muchos se hacen en estos momentos. Por ahora, el marcador les da la razón. Pero el fútbol, como la vida, no se sostiene solo con resultados.