La LigaPro de Ecuador tiene el porcentaje más alto del mundo en rotación de entrenadores.
La paciencia se ha convertido en un lujo escaso dentro del fútbol ecuatoriano. Mientras en otras ligas del mundo se apuestan fichas a proyectos a largo plazo, en la LigaPro la presión por resultados inmediatos ha instaurado una cultura de despidos constantes y ciclos cortos. El dato es contundente y, francamente, alarmante: el 93.7% de los entrenadores en la Serie A ecuatoriana no supera el año en su cargo, según un reciente informe del Observatorio de Fútbol CIES.
De entre 65 ligas analizadas en los cinco continentes, Ecuador se lleva el “primer lugar” en cuanto a inestabilidad técnica, superando incluso a países como Costa Rica (91.7%), Italia (90%) y México (88.9%). Un solo hombre rompe la regla en el fútbol nacional: Juan Carlos León, quien el pasado 19 de abril cumplió un año al frente del modesto Libertad FC, siendo el único estratega en romper la barrera de los 365 días.

Pero hay un matiz aún más preocupante: cuando el estudio fue publicado, ni un solo entrenador en la Serie A había alcanzado el año, lo que colocó temporalmente a la LigaPro con un índice de rotación del 100%. Solo con la marca alcanzada por León, el porcentaje bajó ligeramente, aunque sigue siendo el más alto del planeta.
Este fenómeno es más que una estadística: es un reflejo de una cultura futbolística que prioriza la urgencia sobre la planificación. Los clubes cambian de técnicos como si fueran fichas de dominó, y los procesos a largo plazo parecen casi imposibles. En lugar de construir equipos sólidos y apostar por una visión clara, muchos directivos optan por soluciones momentáneas, una fórmula que rara vez ofrece resultados sostenibles.
La LigaPro, que cuenta con talentos de exportación y una afición apasionada, tiene la oportunidad de cambiar el rumbo. La estabilidad no es una utopía: es una decisión. Y quizá, para comenzar a dar ese giro, el ejemplo de Juan Carlos León debería ser más valorado de lo que parece.